'el caracol desparrama su baba
dejando señales iridiscentes a su paso
marca su derrotero entre las hojas
crujientes de savia fresca, irresistible.
La oscura noche le deja libertad
trepa sin prisa y sin pausa, deambula
sin restricciones elije entre esta y la otra
y no perdona ninguna de las malcriadas
Pasa el tiempo y busca refugio
un lugar humedo, quieto, placentero
donde el sol no perturba en demasia
su digestion tan lenta como su andar.
Los ruidos del patio no acelera
nel pulso y ni el ritmo caracolino
Nada le preocupa en su escondrijo
ni el olfato perruno ni la curiosidad gatuna.
No percibe la figura pequeña encorvada
que diestra y entrenada defiende sus tesoros
blandiendo sobre la fragil cubierta calcarea
su implacable y siniestra chancleta
fin del festin.'
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