Marcel me lo dijo al oído,
compartiendo conmigo su secreto de café instantáneo.
Allí, en ese lugar, en ese momento,
su expresión me pareció soez, desagradable,
pero transcurrieron los días
y algo me fue ganando de a poco y me inflé de felicidad...
Él, Marcel, mi amigo,
con un simple gesto,
había terminado
con el largo secreto
de esa sonrisa enigmática...
Salú Marcel!
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1 comentario:
que lindo...
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