lunes, 23 de junio de 2008

Como dos zapatos

Rara, como ofendida,
la vi bebiendo
triste y fetal.
Dolía
y en el rincón del zaguán
sola bebía,
sin convidar.
Pena
me dio pegarle,
pero al gritarle
no quiso aflojar.
Sus ojos, con un etílico ardor,
y su boca hice sangrar.

Esta noche, amiga mía,
con razón yo te he pegado,
¡que me importan tus encías,
que me importan mis zapatos!
Cada cual tiene sus penas
pero con eso no jodemos,
esta noche yo sí bebo
y por amareta te mando
al hospital.

No hay comentarios: